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ABRIL 2003 - Volumen: 78 - Páginas: 68-70
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Durante tres siglos la industria floreció en un valle del sur de Gales, que se convirtió en la chispa que encendió el fuego que dio lugar a la Revolución Industrial. Una de sus principa les fuentes de energía era el agua, que dio lugar a importantes técnicas que se han ido desarrollado constantemente a lo largo de todo este tiempo. Las industrias tradicionales que se desarrollaron en el sur de Gales representaron a menudo la punta de lanza de las primeras tecnologías metalúrgicas, alcanzando su cenit a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Después, cuando los recursos mineros de la zona se aprovecharon al máximo, aparecieron las industrias siderúrgica y la metalúrgica. Gales fue una de las principales zonas mineras y siderúrgicas del mundo. Hoy queda poco de aquel pasado industrial aunque las empresas de alta tecnología hayan tomado el relevo y adquieran cada vez más importancia en la balanza de pagos de la región. Pero la industria tradicional ha conservado un lugar único e histórico, las cataratas de Aberdulais, en el Valle de Neath, uno de los paisajes donde la belleza se unió a los logros industriales y donde una impresionante cascada de gran altura permitió el inicio, en 1584, de industrias como la fundición de cobre, la molinería, el acabado de textiles y la fabricación de hojalata. Hace unos 100 años la industria de hojalata de Aberdulais dejó de ser rentable y el cierre de las fábricas supuso el fin del aprovechamiento de las cataratas.
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