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ABRIL 1977 - Volumen: 52 - Páginas: 141-144
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A las cuatro horas y treinta y nueve minutos de la tarde del sábado 23 de octubre de 1976, los dos millones y medio de habitantes de la zona deMelbourne, en Australia, se disponían a contemplar el más espléndido espectáculo que nos depara la naturaleza: un eclipse de sol. El Boletín de la Inlernalional Solar Energy Sociely explica que el cielo estaba nublado, y, milagrosamente, minutos antes de las cuatro y media, las nubes se apartaron como descorriendo el telón del cielo, mostrando un esplendoroso disco solar. De pronto, la Luna empezó a recortarse sobre el Sol y, rápidamente, la noche llegó sobre Melbourne. Brillaron las estrellas y los planetas, y la Tierra, pareció dormirse al cesar el canto de los pájaros e incluso el movimiento urbano, pues todos los habitantes de la ciudad, preparados para ver el eclipse, detuvieron sus vehículos.
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