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FEBRERO 1977 - Volumen: 52 - Páginas: 61-68
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Ciertamente, todo en este mundo llene sus motivaciones, y, generalmente, suele ser la resultante de varias la que acaba originando el que se produzca una determinada actuación, que en este caso ha consistido en escribir este artículo. La penosa situación que, tradicionalmente, ha venido atravesando la investigación española ante una casi general indiferencia ha hecho que en varias ocasiones aunque no en esta revista haya tratado sobre el tema. Mi asistencia, el pasado 22 de junio, a la Mesa Redonda organizada por los Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales de Vizcaya y Guipúzcoa, Alava y Navarra -que con el título «Presente y futuro de la empresa industrial vasca» se celebró en los locales del Colegio de Bilbao- ha sido el disparador que me ha decidido a escribir aquí, pues la amplitud del programa y la intensidad y cuantía de las intervenciones -tanto por parte de los ponentes (destacadas figuras de las finanzas y empresas vascas) como del resto de los presentes- impidió tratar adecuadamente el punto 7 «Enseñanza e Investigación », que, por razones obvias, me interesaba extraordinariamente. Casi de refilón, y cogiendo la ocasión por los pelos, como suele decirse, pude intervenir como consecuencia de una alusión al tema de la investigación citando algunas cifras que resaltaran la sangría que cuesta al país la inmoderada importación de tecnología y la pobreza de la ayuda que se presta aquí a la investigación y cuando hablo de investigación lo hago en términos genéricos y no refiriéndome a la investigación oficial con exclusividad. Así, pude citar el hecho de que si bien en 1974 la importación de tecnología nos costó a los españoles 14.836 millones de pesetas, esta cifra ha pasado a ser de 23.000 millones en 1975, y, por otra parte, durante este último período la balanza comercial arrojó un déficit de 490.778 millones. También, y a modo de muestra, expuse que en lo que respecla a las Asociaciones de Investigación -sostenidas por la industria privada y el Estado-, de las 24 que actualmente existen reciben subvención estatal 12, y la cantidad global a repartir entre todas anualmente es de 37.600.000 pesetas. Sin entrar en complicados análisis, cualquiera puede apreciar que esta cantidad no parece precisamente excesiva. Mi opinión particular sobre el lema de la investigación en nuestro país que no pude desarrollar por escasez de tiempo y consiguiente respeto a los restantes lemas y asistentes -es la de que es absolutamente necesaria, pero matizando acerca del tipo de investigación a realizar. Pienso, pues, que se puede realizar investigación en las modalidades «aplicada » o bien «de desarrollo», sin que ello sea excesivamente costoso, y operando la mayoría de las veces en régimen cooperativo, pues hay temas básicos que a todos interesan. Sería absurdo tratar de inventar lo ya inventado, pero considero que hay temas más que suficientes, a nuestro alcance, como para intentar encontrar soluciones viables, prácticas y económicas. Si alguna crítica se hace en cuanto sigue, es honesta y sin doblez alguna -lo fácil es destruir- y siempre con ánimo de ayudarnos a construir nuestro futuro que ya no son tiempos de mirar atrás, sino adelante.
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