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DICIEMBRE 2005 - Volumen: 80 - Páginas: 3
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Desde su aparición hace unos 4.500 millones de años, nuestro planeta ha sufrido importantes cambios que han alterado profundamente sus condiciones físicas y estructurales pero que han permitido la aparición de los primeros seres vivos y su posterior desarrollo y evolución hasta hacer posible la existencia de la especie humana. Toda la energía que requerían estos procesos dependía directa o indirectamente del sol, que también permitió formar unas importantes reservas energéticas a través de la confinación de restos de seres vivos tanto de plantas como de animales. La aparición, hace cientos de miles de años, de los antecesores de la especie humana no supuso en principio cambios importantes en el sistema energético del planeta. Con el descubrimiento y dominio del fuego el hombre dispuso de una fuente energética independiente de la que recibía del Sol y de la que le proporcionaban los alimentos que ingería. La energía del fuego le defendió de las inclemencias atmosféricas, de los animales, mejorando notablemente su alimentación, lo que le permitió dedicarse a actividades afectivas, artísticas, sociales y de progreso material que le fueron diferenciando cada vez más del resto de especies animales. Durante muchos siglos, las necesidades energéticas de la Humanidad no sufrieron cambios fundamentales, el uso de las energías renovables (agua y viento) y la obtenida de la combustión de vegetales le permitían atender una demanda energética realmente baja pero, a partir de finales del siglo XVIII y especialmente en los XIX y XX, la revolución industrial, el cambio a sistemas de gobierno que aseguraban la igualdad de todos los ciudadanos y el considerable aumento de la población mundial, provocaron un incremento acelerado del consumo de los combustibles fósiles haciendo peligrar las reservas conocidas de carbón petróleo y gases combustibles. Si a este hecho se une el peligro que para nuestra atmósfera supone el efecto invernadero, parece que la especie humana se encuentra en una situación difícil de afrontar.
Desde su aparición hace unos 4.500 millones de años, nuestro planeta ha sufrido importantes cambios que han alterado profundamente sus condiciones físicas y estructu¬rales pero que han permitido la aparición de los primeros seres vivos y su posterior desarrollo y evolución hasta ha¬cer posible la existencia de la especie humana. Toda la energía que requerían estos procesos dependía directa o indirectamente del sol, que también permitió formar unas importantes reservas energéticas a través de la confinación de restos de seres vivos tanto de plantas como de ani¬males.La aparición, hace cientos de miles de años, de los an¬tecesores de la especie humana no supuso en principio cambios importantes en el sistema energético del planeta. Con el descubrimiento y dominio del fuego el hombre dis¬puso de una fuente energética independiente de la que re¬cibía del Sol y de la que le proporcionaban los alimentos que ingería. La energía del fuego le defendió de las incle¬mencias atmosféricas, de los animales, mejorando nota¬blemente su alimentación, lo que le permitió dedicarse a actividades afectivas, artísticas, sociales y de progreso ma¬terial que le fueron diferenciando cada vez más del resto de especies animales.Durante muchos siglos, las necesidades energéticas de la Humanidad no sufrieron cambios fundamentales, el uso de las energías renovables (agua y viento) y la obteni¬da de la combustión de vegetales le permitían atender una demanda energética realmente baja pero, a partir de finales del siglo XVIII y especialmente en los XIX y XX, la revolu¬ción industrial, el cambio a sistemas de gobierno que ase¬guraban la igualdad de todos los ciudadanos y el conside¬rable aumento de la población mundial, provocaron un incremento acelerado del consumo de los combustibles fó¬siles haciendo peligrar las reservas conocidas de carbón petróleo y gases combustibles. Si a este hecho se une el peligro que para nuestra atmósfera supone el efecto inver¬nadero, parece que la especie humana se encuentra en una situación difícil de afrontar.En el siglo XX se descubre una nueva energía total¬mente independiente del Sol que se produce en la fisión de los núcleos de determinados elementos. El abastecimiento energético parecía resuelto pero planteamientos ideológi¬cos influyeron negativamente en su desarrollo dando lugar
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