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SEPTIEMBRE 1999 - Volumen: 74 - Páginas: 61-71
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El deporte, al igual que cualquier otra actividad de nuestro entorno, no puede mantenerse ajeno a la última revolución industrial y social que ha supuesto la aparición del ordenador. De hecho, los términos deporte de élite o de alta competición e informática son actualmente indisolubles.Si nos centramos en los eventos deportivos (tanto a nivel nacional como internacional), se puede observar que esta máxima se cumple a la perfección. Pero también es cierto que, en función de la categoría de los mismos, el nivel de complejidad informática asociada difiere enormemente. El presente artículo pretende simplemente ilustrar esta asociación, destacando los aspectos más relevantes y obviando el análisis exhaustivo de la inmensidad de detalles, tanto técnicos como deportivos, que rodean a todo evento deportivo. Las necesidades informáticas de un acontecimiento deportivo varían enormemente dependiendo de la categoría del mismo y del número de deportes y sedes involucradas. Por supuesto, merece mención aparte la organización de un evento tan magnífico como unas Olimpiadas, donde las necesidades tecnológicas superan sin ambages cualquier otro evento deportivo de la era moderna. Pero, sin necesidad de acudir a tan deslumbrante acontecimiento, a nadie se le puede escapar que la complejidad tecnológica existente detrás de un campeonato nacional no es equiparable a la de un campeonato continental, y no digamos, mundial. Tampoco puede ser equiparable la existente detrás de un evento que consta de un único deporte frente a otro evento con múltiples deportes. Y menos si se trata de un evento centralizado en una única sede, o en un número reducido de sedes, frente a un evento distribuido en múltiples sedes, con distancias importantes entre ellas. La TV constituye otro importante elemento diferenciador cuando se categoriza un proyecto tecnológico: no es lo mismo organizar un evento con poca cobertura de televisión que otro con amplia cobertura y acompañado de un masivo despliegue tecnológico audiovisal. Y, por último, no es lo mismo involucrarse en un evento de un deporte puntero, como el fútbol, con un elevadísimo nivel de audiencia, y con unas repercusiones que trascienden el ámbito puramente deportivo, que participar en un evento de un deporte con escasa repercusión en la prensa y bajo índice de audiencia.
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