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MAYO 2003 - Volumen: 78 - Páginas: 27-28
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Es elevada la frecuencia con la que las direcciones de las empresas establecen estructuras potencialmente conflictivas. Y decimos potencialmente porque, con suerte, en ocasiones esta clase de estructuras no generaba conflictos. Empezaremos repasando algunas ideas muy elementales sobre la función de las estructuras organizativas porque, demasiado a menudo, las pasamos por alto. Primero, asignar a cada persona unas responsabilidades bien definidas a fin de que la dirección y la persona sepan a qué atenerse mutuamente; la persona sabe lo que se espera de ella y la dirección sabe lo que puede y debe esperar de la persona. Segundo, que cada miembro de la organización sepa a qué atenerse respecto de los demás. Se trata, en esencia, de clarificar las expectativas mutuas. Este es el primer fundamento de la cooperación y el propósito de los organigramas y los Manuales de funciones. Por supuesto, no bastará con estos elementos para garantizar la cooperación ya que, por muy bien que definamos una estructura, hace falta algo más para que las personas cooperen.
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