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3 ene 2019
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Por Julián Estévez (UPV/EHU). ¿Qué es lo que ha impulsado el progreso tecnológico y científico a lo largo de la historia? Existe la teoría de que la innovación se puede provocar con los mecanismos adecuados (impulso de creación de patentes, inyección de dinero del sector privado/público, etc).
No hay un consenso claro entre los científicos sobre los factores que más favorecen o por qué surge la innovación:
También pueden ser provocadas por grandes demandas del mercado, las cuales también son cíclicas.
En este artículo, describiré uno de los instrumentos de la corriente de ideas que dice que el entorno de progreso tecnológico puede ser convenientemente manipulado.
Concretamente, me referiré al sistema de patentes. A pesar de que en la actualidad ese instrumento sea causa de debate, expondré brevemente algunos efectos positivos y negativos que han tenido las patentes a lo largo de la historia. Patentes
La primera ley de patentes procede de Venecia (1474) y anunciaba que un invento podía ser protegido si era útil, funcionaba y era novedoso. Sin embargo, en la literatura científica actual se critica abiertamente el sistema de patentes tal y como está diseñado hoy en día. Para ello, se basan en la historia y los efectos que han tenido sobre distintos países.
Concretamente, una de las mayores protestas es que un sistema de patentes demasiado protector da lugar a monopolios e incluso pueden retrasar la llegada de innovaciones a la sociedad, tal y como quiso James Watt y su máquina de vapor. Las patentes no solo dan derechos a los autores sobre otras invenciones, sino que también les permiten fijar el precio. Un precio demasiado alto puede hacer que el momento de oportunidad de que la idea llegue a la sociedad, pase.
Desde mediados del siglo XIX se empezó a cuestionar el uso de las patentes como un buen elemento de innovación. No es para menos. Digamos que la patente es una solución que se ha corrompido en su uso. El hecho de que las patentes duren hasta 25 años es demasiado, sobre todo en las ocasiones en las que los inventores no se han preocupado en ese tiempo de seguir mejorando la idea, y solo han pretendido frenar a la competencia.
Por otro lado, conviene también entender por qué los países tienen patentes: los autores locales pueden proteger sus inventos, y eso hace que ese país tenga protección frente a patentes extranjeras. En este sentido, algunos estudios sugieren que los países mediante estos sistemas pueden influir enormemente sobre el camino de la innovación. Un ejemplo de cómo las naciones pueden intervenir en la innovación se puede entender con un par de ejemplos:
Holanda abandonó su ley nacional de patentes en 1869. En ese momento, se vio que la mayoría de innovaciones iban dirigidas hacia el sector de los alimentos procesados, en el cual el secreto industrial es muy importante. La patente no los protegía, pero si el proceso era lo suficientemente complejo y difícil, era aún mejor protección. En esta línea, es muy explicativo cómo en Holanda se saltaron la patente francesa de la margarina para fabricar oleomargarina y protegerla con secreto industrial.
Si cambiamos de estado, tenemos el caso de Reino Unido: En 1623 el Gobierno Británico publicó el Estatuto de los Monopolios, a través del cual otorgaban derecho sobre la invención al autor de la idea (hasta entonces se le daba la protección al que la comercializaba). Y ese acontecimiento multiplicó las patentes en ese país y dieron lugar entre otras, a las cruciales patentes 356 (1698) y 913 en 1769, de Thomas Savery y James Watt respectivamente.
Por lo tanto, sí que se observa que las patentes, o mejor dicho, cómo se regulaba la protección industrial, históricamente ha tenido influencia.
En la actualidad, estos instrumentos legales se están intentando adaptar a los tiempos y arreglar sus defectos (1, 2, 3, 4). La creciente importancia del software en la industria, el proteccionismo que están adoptando varios países y otra serie de factores pueden hacer replantear este sistema hacia otro más eficiente. Bibliografía
[1] Moser, P. (2013). Patents and innovation: evidence from economic history. Journal of Economic Perspectives, 27(1), 23-44. [2] Nicholas, T. (2013). Are Patents Creative of Destructive. Antitrust LJ, 79, 405.
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LAS PATENTES Y EL IMPULSO HACIA LA INNOVACIÓN
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